M. CENTENARIO DE CARLOS BEGUERIE - 4 de agosto de 2012



Carlos Beguerie es la herencia que recibimos de nuestros antepasados, con esfuerzo lograron que el pueblo trascendiera a través del tiempo.
Nos toca a nosotros continuar con ese esfuerzo.
Los que viven y los que ya nos fuimos deberíamos unirnos para rescatar a Carlos Beguerie, que las futuras generaciones vivan el amor que todos sentimos por nuestro pueblo.
Desde acá debemos lograr que la memoria de este pueblo perdure.
Un pueblo no muere cuando mueren sus casas; un pueblo muere cuando es su memoria la que desaparece, cuando mueren sus raíces, cuando ya no tiene quien le llore. Y es hacia aquí, donde va nuestro esfuerzo.
Este es un homenaje a todas y cada una de aquellas personas que a lo largo de estos 100 años, en algún momento, han dado vida a este pueblo.






EL CENTENARIO FUE EL CONGRESO DEL ENCUENTRO Y LA EMOCION

Por Jorge Garavento


El centenario de la localidad de Carlos Beguerie, fue el gran congreso del encuentro y la emoción, porque quedó demostrado que el paso de los años, y quienes tomaron decisiones  equivocas al clausurar el ramal ferroviario, no pudieron quebrantar los cimientos de los valores de un pueblo.
En 1961 se produjo el éxodo de los hombres del riel,  quienes tuvieron que buscar forzosamente, horizontes nuevos para no perder la fuente de trabajo, otras familias se quedaron con la amargura de saber que se estaba cometiendo un acto, que tendría como consecuencia la postergación y el atraso, pero le hicieron frente, a esa adversidad generada por el gobierno de  Arturo Frondizi.
La historia del pueblo es muy vasta, pero si nos ubicamos a principios de la década del “70, cuantos recuerdos emotivos embargan aquellos momentos, donde –sin el ferrocarril- Beguerie era otra cosa, y en este centenario vuelven a la mente, nombres de personas  que no esquivaron  responsabilidades, y muy por el contrario, demostraron compromiso, y a su vez le fueron inculcando esa identidad y arraigo a sus hijos, nietos y cuanto familiar amara este pueblo.
Como no saber que hubo en Beguerie, los maestros Martín Guidi y Cipriano Aguirre, dedicados a pleno por la educación y formación de hombres y mujeres hoy entrados en edad. También conocer a través de sus obras literarias a Juan Zibechi,  un joven ferroviario que allá, en la década del “30, se dedico a escribir, esas cosas simples, pero con un profundo sentido poético. Como no saber, valorar y recordar todo lo que hizo el doctor Alberto Bozzano por generaciones de habitantes de Beguerie, dejo su vida en el pueblo, y el recuerdo perdura, porque una placa  frente a la sala de primeros auxilios, ilustra al visitante y hace recordar al distraído, ya que allí   figura su nombre,  porque no acordarse de  Doña Clara Borda, la enfermera que lo acompaño, sin saber de limites a la hora de asistir a algún vecino. Si parece verla en una bicicleta rodado ancho, transitando entre las polvorientas calles, sin interesar la hora, su prioridad era llegar y brindar su mano solidaria. 
Porque no dejar volar el recuerdo emocionado de quienes aman el pueblo, y mencionar a Julieta y Matilde Beguerie,  como también a Doña Joaquina Pérez de Bolla,  que le pusieron voluntad para concretar el templo parroquial, si pareciera verla a esa mujer diminuta en su contextura física, pero una gigante en la fe cristiana, como fue Doña Mercedes Roca, ella fue hasta muy anciana custodia inclaudicable de la capilla. Como no recordar al “Chulo Figueroa, con su trato pausado, dueño de mil anécdotas, con su mula trayendo  la reses del matadero,  ponerlas en el gancho y luego en el mostrador, mientras despuntaba el vicio, arreglando algún lazo cortado en un  pial, en épocas que se hacia la yerra en las estancias que rodean el pueblo.
Como olvidar a Roberto Robaldi, “El Chamaco”,  que cada  Navidad le ponía el condimento de la serenata a las familias del pueblo, se amanecía cantando en los bares, pero jamás nadie pudo mencionar que estuvo enredado en algún lío, siempre el respeto estuvo primero.  El Bar de la querida Juana, el boliche de Beluchi, lo del Flaco Cristìa, el hotel de los Galerani,  el almacén de Floro Tranguera, si hoy al pasar parece verlo. El típico sombrero “compadrito” de Sutherland con “la fonda”, lugar de concurrencia de los ferroviarios.
La pasión de Clara Cancelo, por la camiseta de social, y que nadie le hablara mal de Evita y del General Perón,  cosas de un pueblo que en esa resistencia siguió su camino, con todo lo relatado. Miguel Scamochero, con su boina blanca, y su fidelidad al partido radical, su hermano Ciriaco, el peluquero del pueblo alla por los “70. Como no decir que Abel Rojo y Odin Fleitas, editaban el periódico Ráfagas, allá por la década del “30,   órgano de comunicación de la comunidad, María Irazabal, siguió con la librería, donde en épocas difíciles de la patria, se iba en búsqueda de los principales diarios de tirada nacional. La panadería de don Ángel Bruno,  que también arreglaba  aparatos electrónicos, cuantos vecinos habrán ido a las apuradas para que le reparen la radio, ya que era una fuente de información que ayudaba a hacer frente a la desinformación y aislamiento.  La escuela Nº 7, por sus aulas pasaron muchísimas promociones y ahora esperan 2015 para festejar el centenario.
Las jineteadas en la estancia Los Pinos, con la animación del Gringo de Lobos, los payadores, el Turco Jorge Cafrune, desfilando en el bulevar viejo de ingreso, con los eucalipstos alto, cargados de recuerdos.
¡¡Cuanta emoción inolvidable en este centenario¡¡¡ es revivir un pasado glorioso, donde el pueblo era una gran familia, y lo sigue siendo por mas que algunos violentos, quieran inútilmente perturbar esos valores. El hecho que quienes se fueron regresen oxigena el alma, y el poder ver a todos inundando las calles de Beguerie es una postal esperanzada del mañana.
Ahora la idiosincrasia del pueblo volvió a ser la misma, con idéntica quietud, con el recuerdo de quienes estuvieron, de aquellos que prolongaron su regreso, para no decir adiós,  porque la fuerza del reencuentro, imponía los sentimientos de un Beguerie  que llegaba a sus cien años.
Pero sus hijos, una vez más, volvieron a sus destinos, echando una mirada al atardecer del sábado 4 de agosto pasado, imagen que quedara grabada en cada uno de ellos, pero el compromiso del regreso no se agota, porque la grandeza de un pueblo no se mide por el número de sus habitantes, como no se mide por la estatura la grandeza de un hombre. Esas son las cualidades y valores que tiene la gente de este pedazo de suelo patrio, orgulloso de sus orígenes, su presente y su futuro.

Agradezco al Señor Jorge Garavento su colaboración



                       FOTOS DEL CENTENARIO


Revista del Centenario

Redacción y Dirección periodística:   Cecilia Zuccotti , Nicolás Bagliere 































               Almuerzo del Centenario
V                                     










                    
                


        Vino del Centenario
  
                                          



            Agradezco a Claudia Manresa, Emilce Grin, Marisa Chiani  y 
                  Guillermina Lazcano por permitirme usar sus fotos
              
Vi                  



2 comentarios:

Emilio Pedro Portorrico dijo...

Hola Susana:
En su momento te consulté sobre el nombre de tu pueblo por una controversia que tuve con otro señor sobre el lugar de nacimiento de Don Ángel Linares. Me confirmaste mis datos. Ahora te envío la biografía de este folklorista al que tuve el placer de tratar cuando estaba a cargo de la oficina de Prensa de SADAIC. Un cordial saludo.-

Linares, Angel Juan. Carlos Beguerie (Prov. Buenos Aires), 25-07-1929; Buenos Aires, 06-10-2005. Cantor, guitarrista, autor y compositor. Realizó estudios de música y de guitarra en el Conservatorio Sarasate de La Plata (Prov. Buenos Aires). Llegó a la Capital Federal en 1949 y comenzó a vincularse con el ambiente nativista, en particular en la Peña “El Ceibo”. En 1952, con Manuel Canale –ps. de Hipólito Manuel Benítez , hermano de Diego, cantor de la Tropilla de Huachi Pampa (v.)- formó un dúo que debutó muy exitosamente en Mar del Plata (Prov. Buenos Aires) y que efectuó grabaciones de discos de 78 rpm. para los sellos Odeón y Music Hall. En distintas etapas, el dúo tuvo de acompañantes a los pianistas “Polo” Giménez (v.) y Carlos García (v.). Al mismo tiempo en Buenos Aires, entre 1953 y 1955, integró sucesivamente Los Manseros del Tulum, el conjunto de Las Alegres Fiestas Gauchas de Carlos Montbrun Ocampo (v.), el cuarteto vocal de José María De Hoyos (v.), Los Llaneros Riojanos de los hermanos Peralta Dávila (v.), la ya citada Tropilla, el Conjunto Pérez Cardozo y Los Arrieros de Cuyo junto a Canale y los guitarristas Alfonso y Zavala (v.). Su obra más conocida es la zamba Achalay mi mama, que le pertenece en letra y música al igual que Monte adentro, Trigal tu cabello al viento y Morena de Santa Fe, zambas; Parral cuyano, cueca, Eres imborrable, vals serenata; La luna sale a bailar, canción y Lomas de San Aureliano, milonga. Tiene además en su haber Zamba del jornalero, letra de Atahualpa Yupanqui, Guitarreando en Banda Norte, música de Eladia Blázquez (v.), Zamba del naranjal, música en colaboración con Canale y letra de José Amado, zambas; Barcino, Negro y Guardián, letra de León Benarós (v.), canción, y la milonga Seré otro sueño del vino, letra de Hamlet Lima Quintana (v.). Discografía: Angel Linares y sus cuerdas pampas, Sello Magenta, 1968; Mi tierra te están cambiando, Sello Phonogram, 1975. Fuente: Información proporcionada por el artista y entrevista efectuada en 2004.

Ana...desde el Mediterraneo dijo...

Ángel vivió muchos años en mi casa en Congreso , conocí a su mamá y a muchos amigos .
En las noches había reunión y música....
Con los años le perdí el rastro pero después lo reencontré , viviendo el en la calle Gascón .
Gracias por recordarlo!!!